La civil discrepancia
Autor: Jorge Mañach
Número de Páginas: 772Desde que se inició en el periodismo, cuando era un veinteañero, Jorge Mañach tuvo una valoración muy positiva de esa noble pugna de pareceres que es la polémica. La concebía como una agradable charla, como un coloquio estimulante que permite desarrollar el ingenio y contribuye a ejercitar las opiniones, al tonificar las mejor pensadas. El germen de la inconformidad, sostenía, es necesario para el progreso de las ideas. Eso lo llevó, en algunas ocasiones, a provocar la discusión sobre temas que creía pertinente y necesario tratar, como fue el caso del fraternal intercambio acerca de la novela cubana que Rafael Suárez Solís y él mantuvieron en los años veinte. Tuvo por eso una actitud hospitalaria a todos los pareceres adversos, con tal de que estos saludaran antes de entrar. Pensaba que la civil y noble discrepancia de opiniones hay que respetarla siempre, pues es algo propio de personas civilizadas. Se holgaba de las polémicas honrosas y corteses que tuvo con interlocutores inteligentes. En ese grupo presumo que estaban las que sostuvo con Medardo Vitier, Manuel del Riego, José Vasconcelos. Sin embargo, no tenía reparos en responder a personas que le escribían...