
Meditaciones Sobre El Espíritu Santo
Autor: J. C. Philpot
Número de Páginas: 91Cuando nuestro bendito Señor, después de su resurrección de entre los muertos, se apareció a sus discípulos en el mar de Tiberíades, y después de que hubiesen cenado, le hizo aquella solemne pregunta, que buscaba el corazón, a Pedro, caído, pero ahora restaurado: "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? " y sacó de su corazón y de sus labios esa cálida y afectuosa respuesta: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo", el bondadoso Redentor, como para mostrar la forma en que ese amor debía manifestarse más claramente, le dijo tres veces: "Apacienta mis ovejas". Así pues, apacentar las ovejas de Cristo era, en el caso de Pedro, la prueba y el privilegio del amor. Pero a todos los que aman al Señor tan sinceramente, si no tan calurosamente como Pedro, no les es dado apacentar sus ovejas, al menos no en el mismo sentido que pretendía el Redentor resucitado en el encargo que le hizo al jefe de los Apóstoles. Todos, o casi todos, los que aman al Señor, pueden ministrar a su pueblo; pero todo ministerio no es ministerio. El primero es de muchos, el segundo de pocos. El vaso de agua fría dado en nombre de un discípulo; la lágrima de tierna simpatía cuando lloramos ...